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«Detesto los estereotipos de la novela colonial» / Entrevista con Larbi Ghajjou sobre Tánger Noir / Al-Alam / Isidora Cultural

Entrevista al periodista y escritor Javier Valenzuela realizada por el poeta y traductor marroquí Larbi Ghajjou. Publicada en árabe en el suplemento cultural de Al-Alam el 9 de marzo de 2023 y en español en Isidora Cultural el 30 de julio de 2024.

Pregunta: ¿Su agradable infancia en Granada fue un factor determinante en el desarrollo de su imaginario literario, así como su inclinación hacia el mundo del periodismo, como forma de viajar por el mundo y de descubrirlo continuamente?

Respuesta: Creo que sí. Nací en Granada, al pie de la Alhambra, y desde niño me preguntaba quiénes serían esos árabes que habían construido semejante maravilla. Reforzó ese atracción mi lectura infantil de “Los cuentos de la Alhambra” del escritor americano Washington Irving. Así que buena parte de los veinte años en los que trabajé como corresponsal en el extranjero del diario El País los pasé en el universo árabe y musulmán. Voluntariamente, por supuesto. Considero mi hogar a ciudades en las que viví años como Beirut, Rabat o El Cairo.

P: ¿Cual han sido las circunstancias, que te han llevado a trabajar  en la capital libanesa, cuando Beirut estaba en plena guerra civil?

R: Me atraía el mundo árabe, como acabo de decir, y me fascinaba el trabajo de corresponsal de guerra, que, posiblemente, es la forma superior del periodismo. Me presenté voluntario al director de El País para vivir y trabajar allí y conseguí el puesto sin problemas, era el único que quería ir. En Beirut viví la intensidad del amor y el horror en tiempos de guerra. Incluso me casé con una joven libanesa, que es la madre de mis dos hijas. Allí fue muy feliz y aprendí que el ser humano es capaz de lo peor y también de lo mejor.

P: ¿Una parte de tu vida periodística la pasaste en Marruecos. ¿Cual ha sido el valor añadido de tu paso por ese país vecino y amigo de España?

R: Después de Beirut, fue corresponsal de mi periódico en Rabat. Allí nació mi primera hija, que se llama Nour. Marruecos es un país de una inmensa variedad natural, cultural y humana. Me gustan mucho sus ciudades, sus campos, sus montañas, sus playas, sus desiertos… Pero, sobre todo, me gustan mucho sus habitantes. La hospitalidad y el buen humor de los marroquíes. Su capacidad para disfrutar de las cosas sencillas de la vida, para ser felices con poco o muy poco. Y sí, siempre he encontrado en Marruecos una gran simpatía por los españoles.

P: ¿Después de treinta años de periodismo y al cumplir los sesenta, decidiste escribir novela y elegiste a Tánger como espacio para tu imaginación literaria. ¿Por qué Tánger en especial y no otra ciudad?

R: Tánger es una gran ciudad literaria, como La Habana, París, Estambul, Barcelona o Shanghai. Una ciudad que estimula la creatividad del escritor a poco que tenga la mente y el corazón abiertos. Así que decidí tejer mis propias historias en las Mil y Una Noches tangerinas. En la estela de Mohamed Chukri, Mohamed M´rabet, Paul Bowles, Ángel Vázquez y Juan Goytisolo. Creo que una de las razones por las que Tánger es más literaria que otras ciudades marroquíes es porque aprecia particularmente la libertad. Es una ciudad abierta a dos mares, el Mediterráneo y el Atlántico. Es una ciudad donde durante siglos los naturales, bereberes o árabes, han convivido en un clima de tolerancia con judíos, europeos y americanos. Es una ciudad que te permite ser tú mismo siempre que no fastidies a los demás.

P: ¿Eres el escritor que salió del mundo del periodismo?  ¿Cómo contribuyó  ese oficio en tu manera de escribir, de ver el mundo y  inventar  tramas basadas básicamente en las técnicas del género negro?

R: El periodismo me enseñó a escribir con rapidez, brevedad y claridad. Eso es muy útil para hacer novela en una época como la nuestra donde la literatura debe competir con el cine y las series televisivas. En cuanto al género negro, aprendí mucho tanto siendo cronista policial en mis primeros años de periodismo como, luego, siendo corresponsal de guerra. Las historias que tuve que contar para mi periódico eran más terribles y novelescas que lo que puede salir de la imaginación más fértil. En esta materia, la realidad supera claramente a la ficción.

P: Los capítulos de tu novela Tangerina avanzan sobre dos líneas  temporales. Una línea que relata eventos sucedidos a comienzo del segundo milenio. La otra recupera detalles, lugares, personajes y hechos (reales o ficticios) que conoció Tánger durante su época internacional.  ¿En qué medida te ha servido esa herramienta para hacer resucitar a ese Tánger tan  mitológico y tan legendario como usted lo imagina?

R: Quise comenzar la construcción de mis historias tangerinas por los cimientos. Así que, en efecto, una de las dos historias de mi novela Tangerina transcurre en el año 1956, el último del Período Internacional, una época de la que tantísimos europeos y americanos tienen una gran nostalgia porque en esa ciudad se vivía un clima extraordinario de libertad, tolerancia y cosmopolitismo. Pero Tánger no es para mí una naturaleza muerta, un territorio arqueológico como las ruinas romanas de Volubilis. Es una ciudad viva,  muy viva. Quiere contar su presente de ciudad vibrante que renace. Así que la otra historia de Tangerina transcurría en el año 2002. Luego, la continuación de esa novela, que se llama Limones negros, transcurre en el año 2015. Y la tercera y última entrega de esta saga, que acabó de terminar, pasa en la actualidad, en el mes de septiembre de 2021.  

P: ¿Hasta qué punto en tu novela pudiste evitar reproducir los estereotipos tradicionales de la literatura colonial referentes a la imagen de lo musulmán, lo árabe y lo marroquí?

R: Detesto esos estereotipos de la novela colonial, en la que los marroquíes no son nunca protagonistas, en la que si sale algún marroquí es una criada o un chófer. En mis novelas tangerinas los marroquíes son tan protagonistas como los españoles y europeos. Como en la realidad misma de la ciudad. El personaje del profesor Sepúlveda tiene una novia marroquí, Leila, una chica con estudios universitarios y muy moderna e independiente. Y sus mejores amigos son el escritor Chukri, un hijo de la calle muy fan del Barça llamado Rivaldo, un apodo que luego cambiará por el de Messi, y un comisario tetuaní llamado Yedidi. En Tangerina y las dos novelas que le siguen, nunca los buenos son necesariamente los españoles y los malos son necesariamente los marroquíes. Aparecen españoles muy malvados  y marroquíes muy honestos y valientes.

P: La novela está, repleta de anécdotas, historias y famosos del mundo de la literatura, el arte, el cine, el periodismo que vivieron o solamente  pasaron por Tánger. Aparte de su imaginación como escritor, háblanos de ese esfuerzo  paciente de investigar y consultar los documentos históricos.

R: Sí. He vivido meses y meses en Tánger en los últimos años. La he recorrido a pie decenas de veces desde la Kasbah a Villa Harris, pasando por el Bulevar, Beni Makada, Casabarata y Bujalef, Tengo muchísimos amigos y amigas tangerinos, y de ellos he escuchado cientos de historias. Y sí, también he leído un montón de libros sobre Tánger y he visto muchas películas y documentales aquí filmados. De Tánger he leído desde obras históricas a novelas policiacas, pasando por tratados de política, sociología, religión y cultura. Mis amigos tangerinos se sorprenden cuando les cuento cosas sobre su ciudad que ellos no conocían.  

P: Aparte de su trama llena de sucesos y suspenses, Tangerina exhibe unos magníficos párrafos donde se ve el talento descriptivo de su autor. Una sensación especial de tipo poético se percibe a la hora hablar de sitios emblemáticos como el hotel  Fuentes, el café Central del Zoco chico, el minarete de Sidi Bubaid, la capilla anglicana de Saint Andrew o el oleo del caíd Maclean en El Minzah. ¿Cómo lo hiciste, como lo viviste?

R: He estado horas y horas ante todos esos sitios y muchos más. Viendo cómo cambia la luz, cómo se mueve la gente, qué hacen los pájaros, cuáles son las plantas del lugar, cuáles son sus ruidos, olores y colores… Intentando impregnarme hasta el tuétano de su auténtico espíritu. Siempre con un cuaderno y un bolígrafo para ir anotando tanto la realidad como las impresiones que me produce.

P: ¿Cuáles han sido las reacciones de los lectores hispanófonos de la novela y como anticipas la reacciones de los lectores árabes y marroquíes cuando salga la traducción árabe de la misma?

R: Tangerina tuvo una excelente reacción por parte tanto de la crítica y el público de España como del Tánger hispanófono. Mucha gente llevaba años esperando una obra entretenida que hablara con un estilo y lenguaje contemporáneos de la actualidad de esa ciudad, no solo de su glorioso pasado. Y parece que resucitó el interés de turistas y lectores españoles por atravesar el Estrecho. También el de escritores. Dicen que, junto a María Dueñas, he puesto a Tánger de moda entre los autores españoles, y ahora muchos de ellos hacen relatos, novelas y poemarios que transcurren allí. Me alegra haber servido de pequeño puente en estos tiempos en los que tantos se empeñan en levantar muros y barreras. En cuanto al público árabe, espero que acoja esta obra como los granadinos acogimos Los cuentos de la Alhambra de Washington Irving o los españoles en general la novela Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway. Los extranjeros que escriben sobre España son muy respetados por los españoles. Es muy interesante ver cómo te ve alguien de afuera. Puede enseñarte muchas cosas de las que no te habías dado cuenta precisamente por su proximidad

PDF de la publicación en Isidora Cultural de esta entrevista.                                                                                         

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