Se acabaron los tiempos en los que las agresiones contra las mujeres árabes sólo suscitaban indignación pública en la ribera norte del Mediterráneo. Diversos colectivos marroquíes han convocado una sentada frente al Parlamento, en Rabat, para expresar su repugnancia por la dramática muerte de Amina Filali y exigir cambios inmediatos en la legislación de su país que permite que un violador pueda casarse con su víctima como modo de “reparar” su “honor” y el de su familia.
La Primavera Árabe ya ha cambiado no pocas cosas en el norte de África y Oriente Próximo. Para empezar, mucha gente ha perdido el miedo a hablar libremente en público, y éste es un genio que difícilmente va a ser encerrado de nuevo en la lámpara. ¿Ha sido el suicidio de Amina el electrochoque que necesitaba Marruecos para romper el tabú de la tolerancia con la violación?