La revolución egipcia se ahoga, mejor dicho, la estrangulan los aún dominantes poderes del régimen de Mubarak: esos militares que no quieren enfilar con paso firme la senda de la transición democrática; esos policías que dejan que se extienda la delincuencia y con ella la nostalgia de la mano dura; esos jueces que aplazan una y otra vez las vistas contra los torturadores y asesinos de los últimos años; esos medios de comunicación públicos (los únicos existentes fuera de Internet) que despotrican del cambio…
Por eso los demócratas egipcios están convocados a reunirse de nuevo hoy, viernes, en el ágora de Tahrir.