No veo ninguna razón para adelantar las elecciones generales previstas para 2008. Las municipales y autonómicas del pasado domingo no han sido el 14 de Abril contra Zapatero con el que soñaban despiertos el PP y sus aliados mediáticos. Los socialistas no se hunden apocalípticamente en España; al contrario, con una movilización alta por parte de la derecha y una desmotivación importante de la izquierda (véase, por ejemplo, la baja participación en Andalucía y Cataluña), mantienen prácticamente todas sus posiciones de poder local y autonómico e incluso registran alguna que otra conquista.
Las municipales y autonómicas han demostrado que no existe en España un clima de crisis nacional. La dramatización extrema propuesta por el PP sólo ha funcionado en Madrid y quizá en Valencia. Eso deja mucha, muchísima España. Por ejemplo, Navarra, donde los profetas del Apocalipsis («ZP vende Navarra a ETA») han pinchado en hueso. Por ejemplo, Canarias, donde Juan Fernando López Aguilar ha obtenido un gran resultado, aunque tal vez insuficiente para gobernar. Por ejemplo, Baleares, donde el PP tropieza y se tambalea. Por no hablar de Castilla-La Mancha (!bravo Barreda!) y Extremadura, donde las retiradas de Bono y Rodríguez Ibarra no le han dado las presidencias a la derecha. Y la izquierda sigue siendo generalmente mayoritaria en Galicia, Andalucía y Cataluña.
La economía parece funcionar, hay trabajo –mejor o peor pagado, más o menos estable, pero trabajo-, el terrorismo está en mínimos históricos (toquemos madera), hay agua en los pantanos, estamos en paz con todos nuestros vecinos y todo parece indicar que los turistas extranjeros van a llegar por millones este verano. Los españoles, mal que les pese a esos políticos y periodistas tan enfermizamente obsesionados por el País Vasco, empezamos a pensar sobre todo en las vacaciones.
Así que no hay razones para adelantar las generales. Ni siquiera por razones de cálculo gubernamental, dado que las municipales y autonómicas tampoco han supuesto una debacle del PP y una apoteosis de ZP. Rajoy parece muy contento por haber ganado en votos en el conjunto de España –aunque tiene razón mi amigo y colega Enric Sopena al observar en elplural.com que si se suman todos los sufragios progresistas del país le sacan más de dos millones al PP- y Espe, Gallardón y Camps, tanto por sus rotundas victorias en Madrid y Valencia como por consolidarse como alternativas para el liderazgo del PP.
Vuelvo a una idea ya expresada: estas municipales y autonómicas no han significado la apoteosis de ZP. Y el presidente del Gobierno debería extraer lecciones. En particular, del doble e inapelable batacazo socialista en Madrid. Cito de nuevo a Enric Sopena: «El fracaso estrepitoso de un economista metido con calzador a político debiera obligar a Zapatero a recordar lo obvio. O sea, que él es falible, como el resto de los mortales, y que su varita mágica –que le facilitó la victoria en el Congreso del PSOE y el éxito en las urnas del 14-M- necesita con urgencia recambio de pilas. Le quedan sólo diez meses hasta los comicios generales y todo parece indicar que Zapatero concurrirá a esas urnas sin blindaje. La intuición en política es aconsejable e incluso, a veces, imprescindible. Pero fiarse demasiado del sexto sentido puede pagarse muy caro. La derecha ha sacado pecho y se dispone a rentabilizar al máximo sus resultados».
Muy bueno eso de «cambiar las pilas» de la «varita mágica». ZP necesita una verdadera política de comunicación presidencial y gubernamental, empezando por un portavoz diario. ZP necesita ministros más sólidos y con mayor presencia en la vida pública. ZP necesita mayor visibilidad personal en la escena europea e internacional, aunque sólo sea para reforzar en el mercado nacional su imagen de estadista. ZP necesita explicar con mayor claridad -y directamente a los ciudadanos- su política antiterrorista. ZP necesita planificar y organizar mejor sus iniciativas (a Miguel Sebastián no le ha servido de nada la baraka de su amigo leonés). ZP no puede encogerse de hombros ante el 27-M y decir que él ya había dicho que les iba a ir muy bien a los socialistas, porque les podría haber ido mejor. Incluso está por ver si el Barça gana la Liga.