Mulato, con nombre y apellido de resonancias musulmanas, de pensamiento racional, bien hablado y levemente progresista para la media norteamericana, Barack Hussein Obama tiene todas las papeletas para encarnar al Anticristo empeñado en destruir a Estados Unidos en el que creen no pocos de sus compatriotas. No es de extrañar, pues, que, como informa salom.com, la extrema derecha norteamericana difunda en estas horas previas a las elecciones presidenciales toda suerte de funestos augurios para su país en caso de que Obama consiga la reelección.
Titulado Six most paranoid fears for Obama´s second term, el artículo de Booth Gunter en salom.com comienza recordando que, en los últimos cuatro años, la ultraderecha norteamericana ha proclamado una y otra vez que Obama era, a la par, un musulmán simpatizante encubierto de Al Qaeda y un comunista infiltrado que quería acabar con la libertad y la propiedad privada en Estados Unidos. De hecho, según esa narrativa delirante, ni tan siquiera era estadounidense.
Ahora los columnistas, blogueros, radiopredicadores y telepredicadores ultras predicen incontables catástrofes para Estados Unidos en caso de que Obama sea reelegido. Entre ellas, que prohibirá la posesión privada de armas de fuego y se incautara de todas las existentes, que construirá campos de concentración para encerrar a todos los patriotas, que concederá la ciudadanía estadounidense de modo instantáneo a todos los llegados del Tercer Mundo, que prohibirá el petróleo y sus derivados, y que entregará el país a tropas extranjeras bajo la bandera de Naciones Unidas.
Hay que estar muy zumbado para creer eso, sobre todo después de que, en su primer mandato, Obama haya hecho incontables esfuerzos para tranquilizar a Wall Street, la Asociación Nacional del Rifle, el Partido Republicano y otras potencias fácticas estadounidenses. Hasta el punto de que su gestión ha sido decepcionante para buena parte de los progresistas que le votaron en 2008.
Pero, aunque nacido del Siglo de las Luces, Estados Unidos está lleno de zumbados adictos a la paranoia, las teorías conspirativas, el mesianismo nacionalista, el fundamentalismo cristiano, la hegemonía anglo y, el punto de unión de todos ellos, las armas de fuego. Su ultraderecha argumenta ahora que Obama se ha disfrazado con la piel del cordero en su primer mandato tan solo para revelar su verdadera naturaleza de lobo satánico en un segundo.
Booth Gunter informa de que, entre los que van soltando en público tales disparates, se encuentran el actor Chuck Norris, Wayne LaPierre, director de la Asociación Nacional del Rifle, y el ex asesor de Clinton Dick Morris. Amén de la patulea habitual de opinadores apocalípticos en los numerosos medios de extrema derecha política y/o religiosa.
La derecha institucional republicana ha boicoteado a Obama durante todo su primer mandato y chanteajea con hacerlo de nuevo en el segundo, según señalaba ayer Paul Krugman en EL PAÍS. Su idea –compartida, por cierto, por sus parientes de la derecha española- es que cuando ellos gobiernan todo el mundo debe arrimar el hombro en la misión suprema de salvar a la Patria, todas las críticas deben de cesar, cualquier oposición parlamentaria debe ser no ya constructiva sino manifiestamente sumisa. En cambio, cuando gobiernan los otros, ellos tienen todo el derecho del mundo a declararse en estado de insumisión permanente; al fin y al cabo, son los dueños del tinglado.
Basuras apocalípticas como las vertidas ahora contra Obama constituyen parte del humus ideológico de esa actitud.