Sarkozy no se ha equivocado al señalar el peligro de “las páginas en Internet que hacen apología del terrorismo o que llaman al odio y la violencia”. Sin embargo, en su crónico afán por ser duro y expeditivo, ha propuesto un disparate monumental: penalizar su “consulta habitual”.
En ese caso, este cronista debería ser detenido porque acaba de dedicar un rato largo a visitar páginas en el ciberespacio de movimientos yihadistas y ultraderechistas. Con el propósito –no se asuste, monsieur le President– de tener la más amplia información posible antes de escribir este post.