Más de mil civiles muertos, más de 10.000 detenidos y más de 20.000 refugiados a ambos lados de las fronteras entre Siria y Turquía, tal es el balance a fecha de hoy de la atroz represión con que el clan de los Assad está respondiendo a las manifestaciones que, desde el pasado abril, reclaman un mínimo de libertades y derechos en tan importante país árabe. El uso de armas de fuego, incluidos los cañones de los tanques, y el bombardeo de localidades rebeldes forman parte de los instrumentos con que los hermanos Assad -Bashar, el presidente blandito y Maher, el comandante sanguinario- responden a las reivindicaciones de tantos sirios. Con algo semejante, la comunidad internacional, ciertamente, decidió intervenir en la Libia de Gadafi.
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