Cuando el dedo señala la luna, el tonto se fija en el dedo, dice el proverbio chino. En el 29-S, intereses poderosos, tanto que marcan la agenda, han hecho que cuando el dedo de los sindicatos señalaba la luna del abaratamiento del despido, el retraso de la edad de jubilación y el giro derechista del Gobierno de Zapatero, el debate se centrara en estas organizaciones y no en el injusto reparto de los costes de la crisis.
¿Necesitan reformas los sindicatos? Sí, pero no más que los partidos, la justicia, el sistema fiscal, el sistema electoral, el Parlamento, la CEOE, las empresas y, last but not least, el mismísimo modelo productivo español. Por cierto, les recuerdo que ahí sigue, al frente de la patronal, el señor Díaz Ferrán, todo un ejemplo de emprendedor exitoso y referente moral.
Tal y cómo se han planteado las cosas en los últimos días parece que son los sindicatos los culpables de la crisis, el paro, la precariedad laboral, los sueldos miserables y hasta, via los temibles piquetes informativos, la inseguridad ciudadana. Es que están anticuados, es que los liberados no dan palo al agua, es que están subvencionados (por cierto, la CEOE, el PP, el PSOE y la Iglesia también lo están, por no hablar de los cientos de altos cargos, asesores y propagandistas de la Lideresa que pagamos los contribuyentes madrileños), es que sólo defienden a los suyos, es que… Eso es, compañeros, fuego a discreción contra los sindicatos bajo el mando de esa gran campeona de la justicia social que es Esperanza Aguirre.
Porque ni el capitalismo financiero especulativo, ni los delirios faraónicos de las grandes empresas y entidades financieras, ni la codicia de los directivos y brokers, ni la ceguera de las agencias de calificación, ni el mirar para otro lado de los organismos financieros internacionales, ni la cobardía de los gobiernos (incluidos los socialdemócratas), nada de esto tiene que ver con el hecho de que Fulano esté en paro, Mengano vaya a estarlo en breve y el joven Zutano tenga un contrario basura y un sueldo de 800 euros
No señor, los culpables de estas desdichas son aquellos que se oponían a los empleos precarios y los sueldos miserables, aquellos que proponían una economía más productiva y menos especulativa, aquellos que sostenían la necesidad de una reforma fiscal que gravara más las rentas del capital y las grandes fortunas.
¡Manda huevos!, que diría el inefable Trillo.
Estamos ante otra confirmación de la victoria ideológica por goleada de la derecha neoliberal. Pero, señor Valenzuela, se me dirá, si todo esto que usted cita contra los sindicatos también lo dice alguna gente que se proclama de izquierdas. Sí, ya lo sé, compañeros, y precisamente eso es lo que duele porque confirma el triunfo absoluto del pensamiento neoliberal, que ha logrado penetrar en las cabezas de tantísima buena gente hasta el punto de que ésta ya no es consciente de que existe una cosa llamada correlación de fuerzas, los poderosos y los débiles, y haya olvidado en qué lado están ellos.
Insisto, es posible que los sindicatos necesiten una puesta al día y es casi seguro que deben plantearse un uso mayor de otros instrumentos de lucha distintos a la huelga. Ésta sólo debería ser el recurso final de una amplia etapa de protestas expresadas de muchas otras maneras: manifestaciones, sentadas, huelgas de hambre, caceroladas, boicots, acciones mediáticas, movilización en Internet, etc. Pero en todo caso, en mi modestísima opinión, no es esa reforma lo más urgente en la España del siglo XXI. Ni de lejos.
Puestos a hacer reformas, deberíamos empezar por muchas de nuestras grandes empresas, bancos y fortunas (para que abandonaran la mentalidad del corto plazo, el pelotazo y el dinero fácil y se dedicaran a hacer productos buenos y competitivos en el mercado mundial); seguir por el sistema fiscal (para que los asalariados no pagáramos porcentajes de nuestros modestos ingresos tres, cuatro, cinco, diez veces superiores a los porcentajes de los ingresos millonarios); continuar con una justicia lenta, ineficaz y al servicio siempre de los que pueden pagarse costosos abogados, y terminar con un sistema político heredado de la transición –bipartidismo, dominio de los aparatos, sistema electoral inicuo, Estado de las autonomías indefinido, Senado inútil…- que hace aguas por todos lados.
Entonces, si les parece, también podríamos hablar de las reformas que necesitan los más débiles.
PS. ¿Quiere saber cómo interpreta la prensa derechista el 29-S? Empiece por el blog de José María Izquierdo en elpais.com. Señala el periodista que el prejuicio ideológico y la falta de imaginación han llevado a varios diarios a titular igual: «Fracaso general». Es evidente que la jornada de ayer les sobró, ya tenían los titulares hechos (¿desde el siglo XIX?). Y siga con la publicidad de la página 17 de El Mundo. Todo un editorial. Con fotos de Esperanza Aguirre y Pedro J. (los Sarah Palin y Glenn Beck carpetovetónicos) se anuncia un programa de Veo-7 de esta guisa: «Después de la huelga, ESPERANZA». Queda claro, ¿no?
Tras la huelga, ¿qué? Zapatero y el liderazgo de la izquierda