Rajoy ha vuelto a retratarse en sus comentarios sobre la última cumbre de la Unión Europea: prefiere la derecha de los gemelos polacos Kaczinsky, los que recortan las libertades y los derechos, los que persiguen a los homosexuales y sueñan con prohibir los Teletubbies, los que de Europa sólo quieren el dinero, a la derecha de la alemana Merkel, que gobierna con los socialdemócratas e intenta desatascar la construcción europea, y la derecha del francés Sarkozy, que incorpora a su Ejecutivo a socialistas, magrebíes y feministas, trabaja por deshacer el entuerto del Non de su país a la Constitución Europea y se niega a utilizar el terrorismo para cualquier querella política interna o externa.
No sé cómo algunos pudieron pensar que Rajoy era un centrista. Los últimos tres años y pico han probado hasta la saciedad que es un reaccionario de casino de provincias del siglo XIX, un tipo tan nacionalista en su escala como Ibarretxe y Carod Rovira en las suyas, una eurófobo como los gemelos polacos, una auténtica calamidad para el centroderecha y la democracia de España. Ahora, siguiendo su inveterada costumbre, Rajoy ha aprovechado la cumbre europea para volver a atacar por la espalda al Gobierno democrático de su país. Para él no existe ninguna política de Estado, ni exterior ni antiterrorista; para él sólo existe la conquista del poder y toda ocasión es buena para alimentar las bajas pasiones de la ultraderecha.
Pues sepa, don Mariano, que Zapatero ha tenido un papel activo y constructivo en este encuentro europeo y que ello le ha llevado a trabajar codo con codo con Merkel y Sarkozy, que son los líderes de los dos principales socios económicos y políticos de España, aunque usted preferiría que lo fuera Polonia… ¿o quizá el Irak ocupado por Estados Unidos?
En cuanto a las conclusiones de la cumbre de Bruselas, cabe el alivio. Más vale un acuerdo de mínimos que el fracaso que planeó seriamente sobre esta reunión de jefes de Estado y de Gobierno.
Los españoles hicimos nuestros deberes al aprobar la Constitución Europea –por cierto, ¿usted que votó, don Mariano?, porque, francamente, da la impresión de que votó No, como Le Pen en Francia- y otros no los hicieron. Así que tenemos motivos para sentirnos orgullosos. Ahora se trataba de alcanzar un compromiso, cosa nada fácil a 27, y se ha alcanzado. Nuestra voz se ha hecho oír en Europa y cabe felicitar a Zapatero por haber recuperado un activismo en este frente que nunca debiera haber abandonado.
Con sus comentarios sobre la última cumbre de Bruselas, Rajoy ha evidenciado una vez más su ideología -el nacionalismo decimonónico- y la mediocridad de sus ambiciones -España, entérese, don Mariano, no juega en Europa como Polonia para evitar el descenso, sino en los primeros lugares de la Champions, el territorio de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia-. Políticamente, este registrador de la propiedad es la Carabina de Ambrosio.