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Aminatu Haidar: la hora de los reyes / Sáhara Occidental / Marruecos

1.- Aminatu Haidar tiene todo el derecho del mundo a regresar a El Aaiun y reunirse allí con su familia. Impedírselo es un manifiesto atropello. Las autoridades de Marruecos, amén de violar la legislación internacional sobre derechos humanos, caen en una flagrante contradicción: proclaman que el Sáhara Occidental y los saharauis son marroquíes y le niegan a Haidar el pasaporte marroquí y la posibilidad de volver a El Aaiun.

2.- Es posible que las autoridades españoles, fueran las que fueran, que aceptaron el ingreso en las Canarias de Aminatu Haidar sin que tuviera pasaporte, actuaran de buena fe; es posible que, sin mayor reflexión, pensaran tan sólo en ofrecerle algún tipo de refugio en una situación desesperada. En cualquier caso, si ese refugio se produjo contra la voluntad de Aminatu Haidar cometieron un error.

3.- Desde entonces, las autoridades españolas se han comportado con la mayor generosidad, ofreciéndole incluso lo máximo que puede dar un país: su nacionalidad. Denostar al Gobierno español en los términos utilizados por algunos en las últimas semanas me parece excesivo.

4.- No obstante, el Gobierno español ha dado, y sigue dando, una impresión de flojera a la hora de solicitar alto y claro a las autoridades marroquíes que hagan lo que tienen que hacer: devolverle incondicionalmente el pasaporte a Aminatu Haidar y permitirle la entrada en El Aaiun. Siempre he defendido, con frecuencia contra corriente, que las buenas relaciones entre España y Marruecos se sitúan en el terreno de los intereses nacionales de ambos países. El Gobierno de Zapatero ha hecho muy bien en los últimos años al caminar por esa dirección, y España ha cosechado buenos réditos en asuntos como el control de la inmigración ilegal, la lucha contra el terrorismo yihadista, la tranquilidad de Ceuta y Melilla y los intercambios económicos, humanos y culturales. Pero esa causa pasa hoy porque las autoridades marroquíes dejen de hacer semejante daño a la imagen internacional de su país y dejen de introducir una cuña tan inmensa como es este caso en las relaciones entre ambos países. La solución es muy sencilla: que Aminatu Haidar vuelva a casa.

5.- Mohamed VI, el rey de Marruecos, está en posesión de la llave que cerraría el caso.  Él tiene la potestad de aceptar la vuelta a casa de Aminatu Haidar invocando evidentes razones humanitarias y la petición de un país amigo como España. En la cultura política marroquí, la gracia, la clemencia, la generosidad, llámesele como quiera, es privilegio del monarca.

6.- Lo más probable es que el rey de Marruecos sólo quiera emplear ese recurso a petición del rey de España. En los años ochenta, don Juan Carlos desactivaba conflictos entre ambos países dirigiéndose directamente a Hassan II. Ciertamente, lo hacía a solicitud del Gobierno, entonces presidido por Felipe González. No acabo de entender por qué, según fuentes diversas, Zapatero no solicita esta vez la intervención del que él mismo llama el mejor embajador de España.

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