Esperanza Aguirre se ha convertido en lo más antiguo de la derecha mundial. Cuando el Gobierno de su admiradísimo George W. Bush se convierte al intervencionismo económico y llega incluso a nacionalizar una gran aseguradora, cuando el presidente de la CEOE pide una especie de suspensión temporal del libre mercado, cuando en todas partes empresarios y políticos de derechas reclaman más Estado y no menos Estado, a la lideresa se le ocurre la extravagancia de proponer la privatización del agua de Madrid, del Canal de Isabel II.
Esperanza Aguirre, que lleva años desmantelando la sanidad y la educación públicas de la Comunidad de Madrid en beneficio de las empresas privadas, sigue enganchada a la droga dura del ultraliberalismo económico (aunque, por cierto, en lo político prefiere el autoritarismo y en materia de vida y costumbres el conservadurismo católico; o sea, no es para nada liberal). En su obsesión por ser la Margaret Thatcher española no se da cuenta de que los tiempos han cambiado… y cómo.
Mucho más listo y en sintonía con su tiempo, Alberto Ruiz Gallardón se ha opuesto a la privatización del agua de los madrileños. Y es que Gallardón sabe que Thatcher fue la derecha de finales del siglo XX y David Cameron es la derecha de comienzos del siglo XXI.