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Aznar, Bush, Blair: política internacional en clave de novela negra / Thriller / Robert Harris / The Ghost

 

En este final del verano de 2008, Aznar ha vuelto a reivindicar su aparición en la foto de las Azores. No sólo no me ha extrañado, sino que pienso que hace bien. Esa foto es lo más importante de su vida política, supone todo un manifiesto que, eso sí, pronto se convirtió en un testamento.

Aznar hizo dos cosas importantes. Una, insertó el nacionalcatolicismo de la derecha española en la corriente neoconservadora forjada en la América de la Biblia, el fusil y el talonario de cheques. Dos, situó a España en el reducido grupo de los incondicionales de la política exterior de Estados Unidos, detrás del Reino Unido y junto a Polonia. Lo primero le salió bastante bien: el PP es hoy un partido muy del siglo XXI. Soy de los que piensan que, de persistir en los ajustes cosméticos de los últimos tiempos y puesto que el Gobierno de Zapatero pagará un precio elevado por la crisis económica, está bien situado para recuperar en las próximas elecciones generales el Gobierno de la España democrática, y ello manteniendo lo esencial de la tradición derechista carpetovetónica: nacionalismo españolista, estrechas relaciones con la Iglesia católica, economía del pelotazo y ética y estética del nuevo rico. Lo segundo, en cambio, fue un desastre. No sólo porque el vasallaje respecto a Estados Unidos no es muy popular en España, sino, sobre todo, porque la causa de las Azores -la invasión y ocupación de Irak- estaba clamorosamente destinada al fracaso.

He leído o releído este verano varios thrillers de política internacional (y también, claro, la primera entrega de la trilogía de Stieg Larsson, que es otra cosa). Mi primera conclusión es que el género negro es el que mejor está contando nuestro disparatado mundo globalizado. Lo está haciendo -ventajas de la ficción, aquello de cualquier parecido con la realidad…- sin pelos en la lengua, llamando al pan pan y al vino vino. Por ejemplo, las novelas de Barry Eisler sobre el sicario John Rain, recomendadas ni más ni menos que por el gran James Ellroy, relatan muy bien cómo funcionan los servicios secretos estadounidenses en eso que llaman la Guerra contra el Terror. (Esta reflexión, por supuesto, también puede aplicarse al actual cine negro, a la serie de Bourne, a filmes como Syriana o El Señor de la Guerra y otros).

El thriller ya fue el género del siglo XX: ninguno como él para decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre la vida en las grandes ciudades. Y en ese siglo maestros como Graham Greene y John Le Carré abrieron sendas fantásticas para explicar la política internacional a través de la novela. No estoy, pues, diciendo que este verano haya descubierto América. Lo que estoy intentando decir es que el fenómeno vive y goza de excelente salud.

De los tres personajes de la foto de las Azores el menos interesante es, sin duda, Bush. Encarna el patán de ideas simplonas y tremendos poderes. Aznar ya es más complejo (ahí sigue dando sorpresas como su desmentido a determinados rumores parisinos), pero es evidente que el más trágico del trío es Blair. Si uno puede imaginarse a alguien de las Azores verdaderamente atormentado, ese es el ex primer ministro británico.

Lo cuenta muy bien Robert Harris en El poder en la sombra (The Ghost). El argumento de esta novela intenta responder a la siguiente pregunta: ¿por qué el ex primer ministro Adam Lang arruinó su brillante carrera política poniendo siempre al Reino Unido al servicio de los intereses de Estados Unidos? ¿Fue sólo por convicción? Ni que decir tiene que el lector identifica de inmediato al imaginario Adam Lang con Tony Blair.

En la primavera de 2004 tuve la fortuna de entrevistar a John Le Carré en su refugio suizo. Estaba indignadísimo con Blair. Le Carré había votado por el político laborista y no entendía su posición en la guerra de Irak. Pensaba que podría haberse alineado perfectamente con la Europa continental (Francia y Alemania) a la hora de decirle a Bush que aquello era no sólo un acto de fuerza de manifiesta ilegalidad, sino toda una estúpida apertura de una gran caja de Pandora.

Aznar y Blair ya no gobiernan y Bush está a punto de dejarlo habiendo situado a Estados Unidos en su nivel más bajo, en lo doméstico y en lo internacional, en décadas. Pero el Partido Popular, en España, y el Partido Republicano, en Estados Unidos, siguen siendo poderosas fuerzas políticas. En uno y otro país ocuparán el poder en muchas ocasiones a lo largo de este siglo. En cambio, ¿cuánto le costará al Partido Laborista reponerse de Blair? A la izquierda le cuesta mucho más que a la derecha alcanzar el gobierno: tiene menos apoyos económicos y mediáticos y sus electores son más quisquillosos.

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