En el momento en que escribo estas líneas, un par de horas después de terminada la reunión en La Moncloa entre Zapatero y Rajoy, nadie ha roto aún con un exabrupto la buena impresión que a la inmensa mayoría nos ha producido ese encuentro. En su declaración posterior, Rajoy ha exhibido el lado sensato y moderado de su personalidad, en contraste con el demagógico y gritón que le dominó en el debate en el Congreso del pasado 15 de enero. Como escribí en este mismo Blog que le aplaudiría si hoy se ponía el traje de estadista, lo hago ahora, sin reservas y con gran contento.
La vicepresidenta Fernández de la Vega, por su parte, ha confirmado que el encuentro en La Moncloa se desarrolló con educación y espíritu constructivo. Eso es exactamente lo que queremos millones de españoles: que los partidos políticos democráticos cierren filas frente al nuevo desafío de ETA. Los terroristas planean o tienen ya planeada alguna atrocidad y de lo que se trata ahora es de apoyar sin fisuras a las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado que intentan impedirla y al Gobierno que las dirige porque así lo han decidido los españoles con sus votos. Tiempo habrá en los nueve meses que faltan para el final de la legislatura para que los políticos expresen en público sus muchas diferencias sobre otros asuntos.
Y por supuesto que se trata de la derrota de ETA. Nunca ha habido otro objetivo para los demócratas. Si lo que algunos pretenden sugerir usando esa fórmula con cierto retintín es que Zapatero y los millones de españoles que le respaldamos en el malogrado proceso de paz deseábamos la «victoria» de ETA, estamos ante otra ignominia. Valga un dato: desde el inicio de esta legislatura, han sido detenidos 300 individuos vinculados a esa organización, 95 de ellos en el período de vigencia de la tregua. Debería ser evidente -para mí lo es- que todos los presidentes que en alguno momento de sus mandatos –incluido Aznar- abrieron un portillo a un posible final dialogado de las actividades terroristas de esa banda, lo único que buscaban era su derrota. Y también debería serlo que ETA sale cada vez más derrotada de sus treguas. También de la última. Hoy su aislamiento político en Euskadi es de proporciones históricas en los últimos cuarenta años, y ahí está la actitud del PNV de Imaz para demostrarlo.
La reunión de este lunes ha germinado una brizna de esperanza. ¿Cuánto durará? ¿Será capaz Rajoy de controlar a los ultras deslenguados de la dirección de su partido? Ojalá. ¿Tendrán determinados medios de comunicación un mínimo sentido de la responsabilidad cívica para no arrojar al fuego nueva leña carroñera? Ojalá. ¿Podrá forjarse un nuevo acuerdo antiterrorista que, amén de PSOE y PP, incorpore al PNV, CíU, Izquierda Unida, Coalición Canaria, etc.? Ojalá. ¿Dejará el terrorismo de ser un tema de agitación politiquera y electoralista en los próximos meses? Ojalá. ¿Se dedicarán los tertulianos a hablar de otras cosas mientras las policías y los servicios de inteligencia de España y Francia desarrollan su duro e impagable trabajo contra ETA? Ojalá.
Demasiado wishful thinking, me temo.