La policía mata a tiros al secuestrador y libera a seis niñas y su maestra en una escuela de París
Eric Schmitt, una «bomba humana», disponía de una pistola y 21 cartuchos de dinamita
El secuestrador había dicho: «Prefiero morir a ser capturado con vida». A las 7.30 de ayer, aprovechando que se había quedado traspuesto, un comando de la policía penetró en el aula donde todavía retenía como rehenes a seis niñitas y a su maestra y le mató de tres disparos en
El encapuchado secuestrador de
El pasado sábado, Schrnitt ya había hecho explotar una bomba en un aparcamiento de Neuilly. Un panfleto firmado «HB» reivindicó esa acción y anunció otra inminente que «hará temblar a toda Francia». Los documentos que transmitió a la policía durante el secuestro de los niños también estaban firmados con esas iniciales. Querían decir Human Bomb, la bomba humana.
Gilles Nakab, un psiquiatra que colaboró con la policía, declaró ayer que a través de sus comunicados orales y escritos el secuestrador dio pruebas de ser «un individuo frío, tranquilo, decidido y muy peligroso». Tan solo cuando se dirigía a los niños parecía diferente. Lo hacía en tono de broma, manteniendo la ficción del juego que había establecido
Minutos después de la liberación de los rehenes, Edouard Balladur, el primer ministro, se presentó en
La estrategia del Gobierno se basó en el principio de proteger ante todo a los niños. En la noche del viernes, el Gobierno estaba dispuesto a entregar los 100 millones de francos (unos, 2.200 millones de pesetas) exigidos por el secuestrador. Ese dinero ya había sido transportado a
A las 7.30, gracias a una cámara de vídeo que habían logrado introducir en el aula, los también encapuchados hombres del RAID (los comandos de la policía) se dieron cuenta de que se había adormecido. Dos grupos provistos de armas con silenciadores entraron en el aula. Uno comenzó a rescatar a los niños y otro se aproximó al secuestrador. Este se despertó. Tres disparos en la cabeza acabaron con él.
«He olvidado mi jirafa»
J. V. París / El País / 16 de mayo de 1993
«Tengo que volver a clase; he olvidado mi jirafa». Así reaccionó una niñita de tres años y medio al verse en los brazos de su papá minutos después de haber sido liberada por los comandos de
Gracias a la actitud de Laurence Dreyfus, su maestra, los niños secuestrados -una veintena de ambos sexos al principio; seis pequeñas al final- creyeron que la presencia del encapuchado del revólver formaba parte de un nuevo juego.
Los niños tan sólo preguntaban cuando iban a venir sus mamás a recogerles. La maestra les respondía con una admirable sangre fría: «Pronto, pronto». Las dos noches que pasaron secuestrados, los niños durmieron a pierna suelta sobre unas colchonetas, merced a los tranquilizantes que les habían sido introducidos en
Cuando la policía abatió al secuestrador, con armas provistas de silenciadores, los niños dormían, así que no fueron testigos de la violenta escena. Todos los psiquiatras infantiles consultados ayer por los medios de comunicación coincidían en afirmar que, gracias a la serenidad y el valor de la maestra y a la limpieza» de la actuación policial, los niños no tienen por qué sufrir traumatismos psicológicos.
Laurence Dreyfus, una rubia menuda de 30 años de edad, que este curso ha comenzado a trabajar como enseñante, es la nueva heroína de Francia. Ayer le fue otorgada la Legión de Honor. También
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