Ser niño en Líbano
JAVIER VALENZUELA, Beirut, EL PAÍS, 12 de julio de 1987
«Un nuevo síndrome, la claustrofilia, ha aparecido en los niños libaneses, aterrorizados por los bombardeos, batallas y atentados con coches bomba. Los pequeños no soportan el exterior, y piden a sus padres vivir en casas sin ventanas ni balcones», ha informado en Montreal el doctor Paul Haddad, presidente de
En el marco del congreso, el doctor Paul Haddad ha coordinado un seminario organizado por la sociedad francesa Rhone-Poulenc y que se ha centrado en las consecuencias de 12 años de guerra sobre los pequeños libaneses.
Las historias contadas por los pediatras libaneses en Montreal han puesto los pelos de punta a sus colegas de todo el mundo. En su conjunto han compuesto un paisaje de niños muertos, heridos, amputados o traumatizados psicológicamente, hospitales destruidos, infecciones ligadas a la malnutrición y a las deficientes condiciones de vivienda, y de fugas de especialistas a zonas más tranquilas.
«Obligados a ser razonables muy pronto, los niños libaneses no tienen derecho a la infancia desde hace 12 años. Conocen su papel a la perfección y se dirigen automáticamente a los refugios cuando comienzan a llover los obuses», dice Samira Sahyoun, responsable de la unidad de cuidados intensivos del hospital Saint Georges, de Beirut.
La doctora Sahyoun informa que la práctica totalidad de los niños libaneses ha sufrido heridas o quemaduras a causa de explosiones, accidentes domésticos provocados por la ausencia de corriente eléctrica, cortes por los vidrios rotos, o han sido víctimas de numerosos accidentes automovilísticos de un país con infames carreteras y sin policía, donde los conductores corren como locos. Cerca de un millón de libaneses, un tercio de la población, ha perdido sus hogares durante los numerosos conflictos bélicos y vive en chabolas, ruinas, subsuelos o viviendas ocupadas y habitadas antes de haber sido terminadas.
Esta situación, según Robert Sacy, pediatra en el hospital Saint Georges, causa a los pequeños alergias de todo tipo y enfermedades que ya estaban prácticamente erradicadas en Líbano, como la tuberculosis, la poliomielitis y la brucelosis.
El doctor Sacy añade que la mitad de sus colegas libaneses ha emigrado en los últimos años a Estados Unidos, Canadá, Europa o países árabes más prósperos. Los doctores Ernest Majdalaní y Jean Vassoyan centraron sus intervenciones en el congreso mundial de pediatras de Montreal en las consecuencias de la crisis económica, que en los dos últimos años constituye la nueva peste libanesa.
Según su testimonio, el bocadillo habitual de muchos niños libaneses está hecho tan sólo de pan. Eso se explica si se tiene en cuenta que un bote de cinco kilos de leche vale una quinta parte del salario mínimo libanés. El tratamiento de una bronquitis, puede llegar a costar hasta un mes de salario, y la operación de apendicitis, sale por tres meses de salario.
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