No hay nada que justifique una violación. «Es que vestía…» Mire usted, no quiero ni escucharle; nada explica, excusa o atenúa su crimen.
No hay nada que justifique el maltrato a la mujer. «Es que me dijo…» ¡Basura!
No hay nada que justifique el terrorismo. «Es que vivimos bajo la opresión…» Pues búsquense otras formas de protesta; entretanto, su lugar es la cárcel.
No hay nada que en una democracia justifique un golpe militar. «Es que el presidente…» No, lo siento, no hay debate posible; su única alternativa es la rendición.
Tolerancia cero con la violación, el maltrato a la mujer, el terrorismo, el golpismo y barbaridades semejantes. El mero hecho de buscar explicaciones –vestía así, dijo aquello, la situación es terrible, la patria está en peligro…- es compartir una cierta complicidad, es servir de placenta ideológica al crimen.